BASURA TECNOLÓGICA
La basura tecnológica que se genera en todo el mundo está creciendo y la mayoría de estos desechos electrónicos terminan en los lugares más inesperados, el peligro es que en ellos encontramos sustancias peligrosas como los metales pesados: mercurio, plomo, cadmio, cromo, arsénico o antimonio, que pueden causar diversos daños a la salud y al medio ambiente.
De acuerdo con el último informe elaborado por las Naciones Unidas y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA, en sus siglas en inglés), The Global E-waste Monitor 2020, los desechos electrónicos que van desde electrodomésticos hasta audífonos, han aumentado nueve millones de toneladas desde 2014.
Solamente en 2019 se produjeron 53 millones de toneladas de residuos electrónicos y se estima que para 2030 excedan los 75 millones de toneladas en todo el planeta.
La vida útil de los dispositivos cada vez es menor y rápidamente se vuelven obsoletos por las nuevas tecnologías que constantemente salen al mercado, y es que el ritmo y la forma de consumir ha cambiado. Por ejemplo, Asia es el continente que más basura electrónica genera (29 millones de toneladas), esto según el informe de la ONU, seguida de América con (13,1), Europa (12), África (2,9) y Oceanía (0,7). Nada más en España, se originan 19 kilos de residuos electrónicos al año por persona.
¿Qué se está haciendo con la basura tecnológica?
La basura tecnológica está creciendo exponencialmente en el mundo y la tasa de reciclaje es muy baja. En 2017, Japón fue el tercer generador de desechos electrónicos, pero en los últimos años el país ha encontrado soluciones innovadoras para reciclar los aparatos desechados.
Para los Juegos Olímpicos de 2020 que se llevaron a cabo en Tokio, las 5.000 medallas que se otorgaron a los ganadores se fabricaron de metal extraído de dispositivos electrónicos reciclados y donados por ciudadanos japoneses.
El 90 % de los materiales contenidos en los dispositivos móviles son reutilizables en la fabricación de nuevos productos luego de ser sometidos a distintos procesos, ya que, los equipos originales se fabrican a partir de metales preciosos como el oro, la plata, el platino y el cobre. Aunque las cantidades de estos metales que se encuentran en los equipos electrónicos son mínimas, la gran cantidad de desechos electrónicos combinados representa cantidades significativas de desechos de metales preciosos.
Solución: reciclar y reparar
Ethel Eljarrat, investigadora científica del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), considera que se habla mucho de economía circular, pero en la gestión de residuos se está muy lejos de hacer un círculo limpio para el medioambiente, y que no se está reduciendo la generación de residuos electrónicos, al contrario, está incrementando de forma exponencial con más equipos que tienen una vida más corta por la obsolescencia y con artículos que no se pueden reparar fácilmente.
Sin embargo, hay que destacar que cada vez más países buscan iniciativas legales para reciclar los desechos. Francia, por ejemplo, ha aprobado una ley contra el despilfarro y para la economía circular que prohíbe cualquier técnica, incluida el ‘software’, que imposibilite la reparación o reacondicionamiento del dispositivo. A su vez, exige a los fabricantes a facilitar información veraz sobre la disponibilidad de piezas de cambio y si estas se pueden reproducir en impresión 3D, lo que ayudaría mucho a buenas prácticas de reutilización del producto.